Han pasado muchos años desde la última exposición de Munch en Roma, y esta nueva «experiencia artística» puede considerarse la más esperada del año. De hecho, es muy difícil ver en persona las obras del artista expresionista si no se acude al Museo Munch de Oslo.
Además de su obra más conocida, El grito, que se utiliza a diario como emoticono, hay muchas obras del pintor noruego que merece la pena ver.
La exposición ofrece al visitante un viaje de experiencias y emociones. La primera sección se titula «Entrenando la mirada», la segunda «Cuando los cuerpos se encuentran y se separan», la tercera «Fantasmas», la cuarta «Munch en Italia», la quinta «El universo invisible», la sexta «Frente al espejo (Autorretrato)», la séptima «El legado de Munch».
Veamos qué obras nos han llamado más la atención durante la exposición, además de El grito.
Karen Bjølstad en la mecedora
La madre de Munch murió de tuberculosis cuando su hijo tenía cinco años; entonces, su hermana Karen se mudó a casa del pintor para hacerse cargo de los cinco hijos de la mujer. La propia tía Karen era una artista aficionada que animó y apoyó a su sobrino durante su carrera artística. Aquí, Munch la retrata frente a una ventana practicando la representación de una persona a contraluz. Karen conservó los logros de su nieto, como las reseñas periodísticas, hasta su muerte (en la década de 1930).
La tumba de P.A. Munch en Roma (1927)
En 1927, el artista permaneció un mes en Roma y escribió una carta a su tía Karen en la que le contaba que había pintado un boceto de la tumba de su tío (un gran historiador noruego enterrado en el cementerio protestante de la capital). El cuadro puede parecer sombrío, pero sin embargo muestra la serenidad de la muerte. Según Munch, el cementerio que visitó era uno de los más bellos del mundo.
Cabeza de hombre en el pelo de una mujer (1896)
Se ha descrito como un retrato de pareja inusual, como una trampa o una protección. El pelo de la mujer une a las dos figuras como una forma de cuidado o como una referencia a la historia de Salomé.
Velada. Melancolía (1891)
Esta obra es una de las primeras de una serie de interpretaciones del tema de la melancolía de Munch. El cuadro, como se nos explica en la exposición, supuso un punto de inflexión para el artista: una representación de la interioridad emocional, cuyo título hace referencia a un dolor psicológico y no a un protagonista.
Atracción II
La larga cabellera de la mujer representa un recurso poético para el pintor y se convierte en el medio a través del cual Munch expresa el poder erótico (el cabello como corrientes eléctricas que se encienden). Como puede verse en la litografía, los rostros de la pareja están envueltos en el velo del cabello. «Parecen sonámbulos atraídos hacia la intimidad por una fuerza magnética». El paisaje, la luna reflejándose en el agua con los árboles a su alrededor, evoca Åsgårdstrand, una localidad del condado de Vestfold, en Noruega; un paisaje que comparten muchas obras del pintor.